Antes de firmar sus edificios, Gallego había dibujado para comprender, y fotografiado para explicar un mundo: el suyo propio de edificios y el de los caminos rurales, cubiertas de pizarra, hórreos y bosques por donde uno aprende a mirar.
El libro De lo local en un mundo global reúne ahora todas esas miradas. 400 páginas de un legado sensato y reposado. Justo lo que Gallego le pide a la arquitectura.
Así, sobre el medio rural, se ha preguntado siempre qué hacer con nuestra arquitectura. Y se contesta que no tiene sentido conservarla tal como es porque sería condenarla a unos sistemas de vida mejorables.
Noticia publicada en elpais
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